Si pudiera decirte que te quedes con un solo hábito en tu vida, te diría que te quedes con el hábito de la disciplina, ¿sabes por qué?
Porque la disciplina a mí me lo ha dado todo, desde muy pequeña tuve que atender a diferentes frentes y con frecuencia sentía que estaba saltando de actividad en actividad sin llegar a terminar ninguna de ellas con éxito.
Pronto me di cuenta de que la clave no estaba en saltar de tarea en tarea, sino en tener el suficiente compromiso con una de ellas para no cambiar hasta que estuviera terminada.
Por esta razón, hoy quiero hablarte de este hábito tan importante a la hora de ser una emprendedora productiva.
¿Por qué la disciplina me lo ha dado todo?
Desarrollar mi disciplina ha sido lo que me ha dado TODO, como te he comentado unas líneas atrás, desde muy pequeña empecé a convertirme en una persona disciplinada y aprendí algo que me cambió la vida, ser una persona disciplinada es como entrenar un músculo.
Cuando tú quieres potenciar una determinada parte de tu cuerpo, por ejemplo, tus bíceps, lo que haces es entrenar de forma constante esa área del cuerpo hasta que el músculo está desarrollado y, después, realizas un mantenimiento para no perder lo que ya has conseguido.
Pues bien, ocurre exactamente lo mismo con la disciplina, es necesario entrenarla día a día hasta que consigas que sea un hábito que forme parte de tu vida y, después, debes mantener esa disciplina para no perder lo que ya había conseguido.
Te decía que a mí la disciplina me lo ha dado TODO y para explicarte el por qué de esta afirmación, quiero compartir contigo algo personal.
Cuando yo estudiaba en el colegio, era consiente de que no era la persona con el cociente intelectual más alto de mi clase, me di cuenta de esto porque podía ver como algunos de mis compañeros tenían la capacidad de aprender e interiorizar conceptos en la mitad o incluso menos de la mitad del tiempo que invertía yo.
Fui una niña que sacaba buenas notas pero tenía que dedicar muchas horas de estudio para poder llegar hasta ahí. Sin embargo, tenía amigas que con mirar un poco el libro el día antes de un examen sacaban aún mejor nota yo.
Al principio me frustraba, no me parecía justo, ¿por qué ellas podían y yo no?
Pronto aprendí que la frustración no me llevaba a ningún sitio, era lo que me había tocado pero eso no me iba a impedir conseguir los objetivos que yo quería.
La situación económica de mi familia no me permitía estudiar si no tenía beca, para obtenerla necesitaba sacar buenas notas y no me podía permitir el lujo de quedarme lloriqueando porque otras personas tardaban menos tiempo que yo en aprenderse un tema.
No me quedó otra opción que dedicar muchas más horas de estudio para lograr lo que quería y para conseguir mis objetivos, la disciplina tenía que ser mi mayor aliada.
Te puedes imaginar que una niña normalmente lo que quiere es hacer planes los fines de semana, disfrutar de las tardes libres y tirarse horas y horas frente al ordenador o con el teléfono móvil, muchas de esas actividades eran lujos que, una vez más, no me podía permitir si quería seguir manteniendo mi beca.
Probablemente, tú no hayas tenido que desarrollar el músculo de la disciplina desde tan joven y no pasa nada, es perfecto así también, ahora tienes la oportunidad de ahorrarte años y años de aprendizaje porque te voy a compartir la clave más importante que debes saber sobre la disciplina: el amor propio.
Disciplina es amor propio
Para mí, ser una persona disciplinada es tener la capacidad de decirte “no” a ti misma. De forma frecuente, cuando tenemos un objetivo que cumplir, pronto vemos como aparecen en nuestro camino un montón de distracciones que pretenden alejarnos del mismo. Para conseguir combatir a esas distracciones que como bien dice la propia palabra, te distraen tu objetivo, es imprescindible desarrollar tu disciplina.
Ser una persona disciplinada tiene mucho que ver con el amor propio. Una vez más, creo que hemos establecido cierto rechazo a este concepto por el mero hecho de pensar que la disciplina nos está “obligando” a realizar algo.
Como seres humanos, no nos gusta sentirnos obligados, nos da la sensación de que no tenemos otra elección y eso nos hace sentir encerrados. Por esta razón, quiero decirte que tú eres libre de elegir, tú eres la dueña de tu vida y eres la persona responsable de tomar las decisiones que mejor te convengan, yo solo soy la encargada de transmitir el mensaje que he aprendido para qué tú decidas si lo pones en práctica o no.
Una vez aclarada esta idea, te compartiré lo que yo entiendo por disciplina:
Para mí, una persona disciplinada es alguien capaz de poner sus objetivos en primer lugar y hacer lo que sea necesario para acercarse día a día un poco más a su objetivo.
No concibo en mi cabeza que una persona disciplinada sea una persona sin amor propio, creo profundamente que, cuando eres capaz de anteponer tus objetivos a los objetivos de los demás, a las posibles distracciones que tengas o a cualquier plan que te aleje de tus objetivos, eres una persona que se quiere, se valora y sabe decir “no” y eso, querida emprendedora, es tener amor propio.
De repente te das cuenta de que eres disciplinado cuando tienes tu objetivo claro, sabes lo que tienes que hacer para conseguirlo (tienes un plan) y no dejas que ninguna excusa se interponga en tu camino hacia conseguir tus objetivos. Al fin y al cabo la disciplina requiere de tener un compromiso, no con los demás, sino contigo y con tus objetivos.
¿Has empezado a desarollar ya tu músculo de la disciplina?
¡Me encantará leerte en los comentarios!